"Las altas capacidades no son solo buenas notas, son más preguntas, más estímulos, más comprensión"

Vivimos en un país que intenta que nadie se quede atrás, pero que, sin embargo, no sabe qué hacer con quien va un paso por delante. Nos preocupamos por quienes encuentran barreras para aprender, pero ignoramos a quienes no encuentran retos. Nos desvivimos por los que necesitan apoyo, pero no por los que necesitan alas.

La creación de la Cátedra de Altas Capacidades en la Universitat de Girona es un paso importante. Un primer paso para hablar, por fin, de esos niños y niñas que se apagan en el silencio de las aulas, atrapados en un sistema que no está hecho para ellos. Niños que no necesitan más fichas, sino más preguntas, más estímulos, más comprensión.

Porque las altas capacidades no son solo buenas notas. Son mirar el mundo de otra manera, sentir más de lo que parece razonable, cuestionarlo todo. Y cuando nadie les ofrece respuestas, se cansan de preguntar. Cuando nadie les ayuda a gestionar su intensidad, aprenden a callar, a esconderse, a fingir que son como los demás.

Y si hablamos de invisibilidad, hablemos de ellas. Las niñas. Las que aprenden desde pequeñas a no destacar demasiado. Las que no encajan en el estereotipo del genio inquieto. Las que se adaptan, se contienen, se apagan. Las que se pierden. Este país ha dejado escapar demasiado talento por falta de comprensión, por miedo a la diferencia, por la absurda creencia de que quien tiene altas capacidades ya se apañará solo. Pero no es así. Porque cuando nadie te entiende, te quedas solo.

No confundamos esto con elitismo. Esto es justicia. Porque una educación realmente inclusiva debe serlo para todos. Porque el talento que no se atiende es talento desperdiciado. Y un niño que deja de brillar es una derrota para todos.