Ángel Nieto nos subió a su moto

Es hijo de la España de postguerra que lastraba futuros, ahogaba ilusiones y torturaba sueños. Y el hambre, mucha hambre, que obligaba a agudizar el ingenio y a trabajar muy duro para sobrevivir a la corrupción. Era un país de azul fascista. La familia de Ángel Nieto emigró de Zamora a Vallecas, un barrio de acogida de emigrantes que buscaban un hilo de luz ante tanta penumbra. ¿Les suena? En ese ambiente creció Ángel, aprendió lo que es el esfuerzo, la solidaridad y el valor de las cosas. 

Pronto supo que quería ser corredor d motos, no dudó siendo un crío en ir a Barcelona porque allí estaban sus soñadas motos, trabajó de todo y dormía en cualquier manta de un rincón encogido. Nació con ruedas en las piernas y sus muñecas llevaban gas, en época de cara al sol él miraba al frente, los quería a todos detrás. Era bajito pero crecía muy deprisa como campeón, su estatura formaba parte de la estructura de la moto. Tomaba curvas infernarles en circuitos muy peligrosos él tenía muy claro que lo mejor después de caerse era levantarse antes.

Ganó 90 Grandes Premios y sus míticos 12+1 títulos Mundiales. Pero lo que nos enganchó de Ángel, es que nos subió a su moto, la de la humildad, la de la cercanía, generosidad, amabilidad. Queríamos ser como Ángel, pero él decidió ser como nosotros, sencillo, cordial, optimista y con su gran virtud: yendo muy veloz siempre supo poner los pies en la tierra.

Quedan los 12+1 pero su gran legado es su forma de entender la vida y las relaciones humanas. Gracias Ángel por subirnos a tu moto.