"El derribo de Carabanchel dio paso a otras cárceles más represivas y situadas donde no estorban"

El 23 de octubre de 2008 comenzó el derribo de la cárcel de Carabanchel, siempre tarde. Provocó tanto sufrimiento que borrarla del mapa era el único consuelo posible para la dignidad humana de quienes en algún momento la habitamos. Podemos revestirla de una épica impropia -la resistencia al franquismo- pero fue de los presos, no del edificio, y utilizar el lugar como un reclamo aparente, para la memoria histórica, que nos impida olvidar la dictadura, pero formó parte también de la democracia, estuvo en uso hasta el año 1998.

Fue sustituida por otras siete prisiones en Madrid que son más tétricas y represivas, pero situadas en ninguna parte, no se ven, no estorban. En las novísimas prisiones las celdas de aislamiento jamás reciben el sol, tienen un patio de luces que semeja un pozo, con muros de seis metros de alto y con perspectiva horizontal desde la ventana que no llega a los tres metros; los patios para el paseo individual (20 pasos de largo por 10 de ancho),a los que se accede durante dos horas al día, son auténticos estanques de vacío, solo se ve el gris de la paredes, las cámaras que vigilan cada esquina y las rejas de acero galvanizado que los cubren, tapando el cielo, enjaulando absolutamente al interno.