"La educación pública está enferma pero, ¡basta ya de culpar a los maestros!"

La escuela se ha convertido en un ring de boxeo donde todos opinan y nadie parece ponerse de acuerdo. Los padres, los políticos y los propios alumnos tiran de la cuerda cada uno hacia un lado, dejando a los maestros en medio del caos.

Los padres, esos grandes directores de escena, exigen un guion personalizado para cada hijo, sin entender que la educación es un proceso colectivo. Los políticos, esos guionistas improvisados, cambian las reglas del juego cada dos por tres, dejando a los docentes desorientados. Y los alumnos, esos espectadores exigentes, han aprendido que el esfuerzo es opcional.

La inclusión es un valor fundamental, pero la realidad es que los centros no están preparados para atender las necesidades específicas de todos los alumnos. La falta de recursos y de personal especializado convierte las aulas en un escenario donde los alumnos con necesidades especiales a menudo se sienten aislados.

La educación pública está enferma. La falta de recursos, la sobrecarga de trabajo y las constantes reformas educativas están minando la motivación de los docentes y perjudicando la calidad de la enseñanza.

¡Basta ya de culpar a los maestros! Somos profesionales que amamos nuestra profesión, pero necesitamos el apoyo de las familias, de las instituciones y de la sociedad en su conjunto. La educación es el futuro de nuestro país, y si seguimos así, ese futuro será bastante gris.