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El 'secuestro' deportivo de niños en el fútbol formativo federado

Un moment d’un partit de futbol entre els prebenjamins del Sant Ildefons B i la Penya Recreativa Sant Feliu C.

Un moment d’un partit de futbol entre els prebenjamins del Sant Ildefons B i la Penya Recreativa Sant Feliu C. / ALBERT BERTRAN

Desde hace más de dos meses, nuestro hijo de 8 años no puede entrenar ni jugar a fútbol federado. El club retiene su ficha federativa en contra de su deseo y el de sus padres en aplicación estricta del reglamento de la Federación Catalana de Fútbol (FCF).

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En enero, tras numerosos problemas deportivos y de ambiente decidimos cambiar de club. El club se negó a darnos la baja federativa acogiéndose al reglamento de la FCF. El club es libre de aplicarlo y, por tanto, pasa a ser el ejecutor último del secuestro deportivo de los niños.

Si el niño entrenase con otro club, él y su nuevo club serían sancionados. El club económicamente, y él con 4 meses de suspensión en la nueva temporada. Hasta enero del 2018 no podría jugar.

Después de varias reuniones infructuosas con el club acudimos a la FCF para exponer nuestra situación, quien nos recomienda interponer un recurso. Según la federación, esta parte del reglamento les da “muchos problemas”. Para nuestra indignación,  la FCF resuelve el recurso dando la razón al club y se atribuye la supuesta superioridad moral de saber cuáles son los valores que hay que transmitir a nuestro hijo. No respeta la potestad de los padres en los aspectos formativos de sus hijos, la Ley Catalana de los Derechos y Oportunidades en la Infancia y la Adolescencia ni tampoco la Convención de Derechos de la Infancia de las Naciones Unidas.

Como profesionales de salud que trabajamos con niños, cuando tenemos que realizar cualquier procedimiento debemos pedir el consentimiento informado a los padres. Es lógico, tienen la potestad de decidir sobre su hijo. Solo en el caso de que no nos permitan aplicar un tratamiento demostrado necesario y curativo, y después de haber pedido permiso a un juez, podemos administrarlo en contra de la opinión de los padres y así proteger el derecho del menor.

Es el niño, sus intereses y el respeto a los valores y creencias de los padres los que ocupan el centro de la toma de decisiones. En el caso del fútbol formativo ocurre lo contrario: una federación con un reglamento claramente ilegal y unos clubes que lo aplican como les conviene.

Nuestra voluntad es trasladar al ámbito del deporte que la prioridad sean los niños, su bienestar y formación, y no los intereses de los clubs. Los niños deben ser los protagonistas y sus padres tenemos que poder decidir libremente sobre ellos.

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