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"A Rubiales se le juzga por ese machismo que se vale del prepotente poder"

El expresidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, a su llegada a la Audiencia Nacional

El expresidente de la Real Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, a su llegada a la Audiencia Nacional / EFE/ Fernando Villar

La retransmisión del juicio mediático a Luis Rubiales por el beso inconsentido y coacciones ha puesto al descubierto a unos personajes que en el momento de los hechos ostentaban poder en el seno de la RFEF comportándose ante el juez con prepotencia, altanería, arrogancia y chulería hasta el extremo de llegar a poner a prueba la paciencia de la autoridad judicial, que se vio impelida a intervenir para domeñarlos.

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Este juicio oral contra Rubiales y otros acusados se está convirtiendo en un episodio popular para la dignificación de la vida pública y la privada. Se enjuicia a la caspa hispana, a quienes no se les puede toser instalados en el poder, a los presuntos chantajes, a la pretendida ley del silencio, a los prometidos aumentos de sueldo como demostración del poder a cambio del silencio complaciente y, como no, al machismo redomado.

Como ya tiene declarado el Tribunal Supremo, un “beso robado”, es decir, sin mediar el consentimiento expreso o tácito, integra una agresión sexual en la actualidad. Se traduce en un contacto físico de significación sexual que configura una intromisión en la libertad sexual y en la indemnidad de la receptora.

Nadie tiene derecho a acercarse a otra persona y darle un beso en la boca cuando la víctima no ha consentido ese acto ni ha dado muestras explícitas e inequívocas de aceptarlo, como prueba de afecto o cariño, sino que ese proceder obsceno y que da asco a la víctima constituye un ataque personal a su intimidad y una intromisión a su libertad sexual.

No es dable un contacto corporal inconsentido bajo ningún pretexto si no hay consentimiento, ni es excusa disculpante el clímax de desatada euforia en un ambiente lúdico deportivo en un contexto de celebración de un éxito deportivo, sino una manifestación de ese machismo que se vale del prepotente poder.

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