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"La llegada del otoño"

Un grupo guiado de turistas en calles de Ciutat Vella, este verano en Barcelona.

Un grupo guiado de turistas en calles de Ciutat Vella, este verano en Barcelona. / IRENE VILÀ CAPAFONS

JORDI QUEROL PIERA

Los calores fastidiosos que he sufrido en Barcelona durante los meses de junio, julio y agosto, parece que están remitiendo. Sin embargo, estoy esperando que llegue el otoño para que este hecho se afiance. Este año, según cálculos del Observatorio Astronómico Nacional, el otoño comenzará el domingo 22 de septiembre, o sea, en un par de semanas lo tenemos aquí. Los turistas que visitan Barcelona, al regresar al hotel al final de la jornada, se dan cuenta de que, a excepción de entrar en un par de museos, visitar la Sagrada Família, la casa Batlló y la Pedrera, y comer un buen pescado en la Barceloneta, la mayoría de su tiempo lo han dedicado a caminar y conversar por los espacios públicos: lugares donde se celebran fiestas populares; territorios donde los nativos manifiestan sus conflictos; y, desde ellos, los turistas sacan montones de fotografías. Lewis Mumford, sociólogo norteamericano, pensador y crítico de arquitectura y urbanismo, ya lo dijo: “la ciudad es el lugar dedicado a ofrecer las mayores posibilidades de conversaciones significativas”. No obstante, hoy, transitar por estas calles y plazas de Barcelona (hace muy poco, paradigma mundial de ciudad mediterránea compacta y con clima benigno) no resulta tan placentero como antes: el sol aprieta demasiado. Espero y deseo que, con la llegada del otoño, mi ciudad pueda volver a ofrecer las posibilidades que, en su día, Mumford sabiamente comentó.

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