"Mujeres afganas"

¿Se imagina alguien una manera más estremecedora de empobrecer la vida de las mujeres afganas que la de prohibir que puedan ser observadas a través de las ventanas de sus propios hogares? Y, por tanto, hay que tapiar estas puertas y ventanas. Las mujeres tienen un terrible poder de seducción -así parece afirmarse- y los gobernantes (siempre hombres) consideran que este poder de las mujeres es disruptivo y malévolo para el sexo masculino. Las mujeres se convierten así, a partir de esta lógica, en cuerpos en reclusión, quedando a merced de la voluntad de sus maridos o familiares hombres.

Las de las mujeres son vidas que ya no tienen propósito, y no por carencia de imaginación o esfuerzos, sino porque un régimen político perverso, lleno de individuos sociópatas y terriblemente violento y deshumanizador, las ha condenado a una lenta y dolorosa muerte. Una muerte social que, para las mujeres, no puede ser no traumática. Pero nos queda lejos Afganistán y la situación de las afganas, ¿verdad? Y ahora todavía es peor, porque con el retorno de los talibanes la prensa y los medios de comunicación, críticos con el régimen, no pueden trabajar conforme a los criterios periodísticos más elementales y la búsqueda de relevancia y rigor informativos.