"El negocio de los seguros privados: retrasar, denegar, defender"

Por desgracia, ha hecho falta ver escritas las palabras en los casquillos de tres balas que quitaron la vida a una persona para que nos demos por enterados. Estas son las reglas que rigen el negocio de los seguros privados y de todos los negocios monetarios o especulativos, no producen nada, carecen de infraestructura para prestar directamente algún servicio, se limitan a mutualizar el miedo ante los riesgos individuales.

Su éxito radica en suscribir muchas pólizas y cubrir el menor número de siniestros posibles. Primero se "retrasan" burocráticamente los procedimientos de gestión en los expedientes buscando su agotamiento. Sea cual sea el derecho reconocible del asegurado, se "deniega" por principio, y por los motivos más peregrinos, la restauración del gasto. Y si el osado perjudicado decide recurrir a la justicia en demanda de su derecho a indemnización por el mal sufrido, previamente asegurado y pagado generosamente, a veces durante años, entra en funcionamiento el departamento jurídico todopoderoso para "defender" el interés de la empresa frente al incauto individuo que nunca sabe bien lo que contrató.

La única propuesta es cambiar de compañía aseguradora, lo que pasa es que la actividad es prácticamente un monopolio, y han ganado las elecciones para reducir, aún más, cualquier tipo de regulación que favorezca la competencia y defienda el interés de los clientes.