"Los afectos no pueden ser fabricados ni regulados por la ley"
Ignasi Garcia Barba L'Hospitalet de Llobregat
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Andrés Gómez Vicente
La reacción eminentemente negativa al anuncio de que se restringiría el acceso de coches a la ciudad ha dejado patente, una vez más, que somos una sociedad profundamente egoísta donde el interés personal tiene prioridad por encima del bien común.
Entretots
Explica'ns què hauria de canviar a la ciutat perquè la majoria de barcelonins prescindissin del vehicle privat
Cualquier forma de restringir coches iba a ser acusada de injusta: si se hace un peaje urbano, como en Londres, se diría que es injusto porque a los ricos les molesta menos que a los pobres. Si se limitara el acceso según el número de matrícula, se diría que es inaceptable que la gente que "depende" de su coche no lo pueda usar determinados días y que, de nuevo, los ricos podrían tener dos coches para ir alternando. Las restricciones de este tipo siempre son más fácil de circunvalar para los más pudientes. Y si se opta por reducir el espacio vial salen los 'iluminados' a avisarnos de que eso empeorará el tráfico, aun si eso contradice todos los estudios jamás elaborados sobre la gestión de tráfico. Pretender que hay alguna forma de solucionar este problema afectando a todos por igual y sin molestar es sencillamente ingenuo. Claro que si no abusáramos del coche hasta el punto de tener una de las ciudades más contaminadas del continente tampoco harían falta este tipo de restricciones.
La tónica general en las misivias parece ser la de que nadie está dispuesto a dejar de utilizar el coche si esto le supone perder incluso un solo minuto de su tiempo. Y para mí, aquí está la clave: nadie está dispuesto a sacrificar nada por el bien común. Y por eso tengo clarísimo que el excesivo uso del coche es una demostración del egoísmo más puro. En otras sociedades la gente opta por el transporte público sin necesidad de que se amenace con restricciones al coche porque existe la conciencia de que ir en coche supone un perjuicio a los demás, y la gente utiliza el transporte público aun si supone tardar un poco más. Aquí, en cambio, prima el egoísmo, el interés individual. ¿Que le afecta a los demás? Eso no importa.
Supongo que la gran ironía de todo esto es que aquellos que no tienen consideración por los demás ahora se quejn de que no se esté teniendo consideración por ellos y su insano hábito de ir a todas partes en coche.
Participacions delslectors
Ignasi Garcia Barba L'Hospitalet de Llobregat
Maribel Fernández Cárcel L'Hospitalet de Llobregat
Laia Martí Rabadán Santa Eulàlia de Ronçana
Lluís Llanas President Associació de Comerciants Creu Coberta / Vicepresident Fundació Barcelona Comerç
Mésdebats
El debat