Mi voto es mi derecho. Pero en tanto no pueda utilizarlo para votar en contra de determinado grupo político carece de valor alguno. ¿A santo de qué mi voto ha de apoyar necesariamente a una u otra candidatura si no hay ninguna que me inspire nada? ¿ No sería más eficaz si, en vez del inútil voto en blanco, se utilizase para botar al candidato más impresentable? De sobra sé que no es más que un comentario intrascendente y algo infantil, pero de lo que sí estoy seguro es de que votando de la forma que conocemos, lo único que tenemos garantizado es la eterna decepción de la que no queremos aprender. Promesas que no se cumplirán nos hacen pensar si no sería más gratificante votar a la canción de verano que, aun siendo machacona y efímera como la política, es por lo menos inofensiva.