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"El odio existe, y no desaparece cuando se devuelve un libro al almacén"

"El odio existe, y no desaparece cuando se devuelve un libro al almacén"

En esto del libro sobre un asesino condenado, como en todo lo que se refiere a los delincuentes solemos ponernos del lado de la víctima. Por naturaleza, el ser humano es capaz de aprender solidaridad y empatía y de practicarlas cuando todo parece claro, es decir, cuando lo que está bien permanece perfectamente separado de lo que está mal.

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Pero no siempre ocurre esta claridad de percepciones, nos movemos en un mundo sin blancos y negros, con una amplia gama de grises. Se trata de encontrar el equilibrio entre derechos: la libertad de expresión; libertad de criticar lo expresado; apoyo a las víctimas sabiendo respetar su singularidad, es decir, aunque queramos no podemos convertirnos en víctimas todos, ni siquiera en víctimas potenciales, creer que la suerte de una víctima es la tuya propia o que su dolor debería ser compartido por toda la sociedad es una perversión en los afectos.

Derecho del condenado a la reeducación y reinserción social y a mantener su dignidad humana durante el internamiento, porque así lo disponen la ley General Penitenciaria y la Constitución, y eso implica que puede escribir, entrevistarse con quien quiera y no lo prohíba la condena, y autorizar la publicación de su crimen en un libro.

Lo que nos permite avanzar como sociedad hacia el entendimiento mutuo son, precisamente, el afán y la posibilidad de conocer a nuestros semejantes, aunque su comportamiento haya sido aberrante, sabemos que el odio existe, y no desaparece precisamente cuando se devuelve un libro al almacén.

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