"¿Alguien de la esfera política se atreverá, algún día, a contar la verdad de lo que no sabemos de la covid?"

Últimamente, he visto cómo surgen debates sobre la pandemia en la prensa y cómo en la televisión se emiten testimonios de quienes perdieron a sus seres queridos. A pesar de los años, todo vuelve a mi mente con la misma intensidad, como un eco lejano que se niega a desvanecerse.

Pienso en las residencias de ancianos, donde tantos mayores quedaron abandonados, sin atención ni dignidad. Afortunadamente, mis abuelos no estuvieron allí, pero cada historia me dolía como si fueran los míos. Me preguntaba cómo soportaría la impotencia de saber que no hay manos suficientes para ayudar, que las promesas nunca llegaron.

En los hospitales, los sanitarios tuvieron que decidir lo imposible: quién vivía y quién no. No porque quisieran jugar a ser dioses, sino porque los recursos no alcanzaban. Se dejaron la piel por salvar vidas y sin embargo, muchos, a día de hoy siguen sin el reconocimiento personal ni profesional que merecen.

Fuera de los hospitales, muchos perdieron su estabilidad. Esperaron ayudas que nunca llegaron, mientras las facturas seguían reclamando lo suyo. A esto se suman cifras maquilladas, decisiones ocultas y errores nunca reconocidos. Nos dijeron que todo estaba bajo control mientras miles morían en soledad y se ocultaba la magnitud real de la tragedia.

La gestión errática y las promesas incumplidas marcaron este tiempo. El gobierno y las comunidades autónomas tomaron medidas contradictorias, dejando preguntas sin respuesta. Lo más doloroso es saber que, mientras unos lloraban a sus muertos, otros se enriquecían a costa de la tragedia. Contratos inflados, comisiones millonarias, dinero que debía salvar vidas y terminó en los bolsillos equivocados.

Dada a situación, muchas veces me pregunto si en el futuro alguien de la esfera política nacional que sea digno se atreverá a dar un paso al frente y contar la verdad de lo ocurrido. ¿Saldrá todo a la luz o quedará para siempre celosamente oculto en el cajón del olvido?