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"Los políticos no piden perdón por sus errores porque saben que tienen la suerte de que su cargo les salva"

"Los políticos no piden perdón por sus errores porque saben que tienen la suerte de que su cargo les salva"

A. Pérez Meca - Europa Press

La maravilla de la democracia es que el pueblo puede ejercer, con su voto, el derecho a elegir a quien nos representa y nos gestiona durante un tiempo, eso es poder. El horror viene cuando depositamos ese poder en manos inadecuadas, la dificultad, la imposibilidad de volver atrás.

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La historia nos muestra como mandatarios elegidos de forma democrática derivan hacia regímenes totalmente totalitarios y, desgraciadamente, lo seguimos viendo. Otra grieta de la democracia es lo que está pasando en nuestro país. ¿Cómo podemos callar ante gobernantes cuyos errores, decisiones o pasividad han desembocado en unas consecuencias gravisimas para nuestros conciudadanos?

¿Quién lucha por la memoria y restaura la dignidad de los más de 9.000 mayores madrileños que murieron durante la covid sin asistencia médica porque alguien decidió que ellos no la merecían? ¿Y los más de 200 valencianos que si hubieran tenido información a tiempo del peligro que corrían hubieran tenido la oportunidad de ponerse a salvo?

¿Por qué los máximos responsables de todo esto no han salido a pedir perdón a la ciudadanía, han admitido su tremendo error y se han ido a sus casas? Muy sencillo, la palabra mágica es "aforados": su cargo les salva, les da inmunidad mientras lo ostentan y pueden cometer todo tipo de tropelías sin consecuencias penales.

Escuchar las declaraciones de la señora Ayuso o el señor Mazón es avergonzarse del nivel de la política en este país, produce escalofríos ver en qué manos hemos depositado nuestra confianza. Estamos instalados en una pasividad que parece que somos inmunes a todo lo que nos envuelve.

Recordemos la cita de Martin Niemöller: "Primero vinieron por los socialistas, y guardé silencio porque no era socialista. Luego vinieron por los sindicalistas, y no hablé porque no era sindicalista. Luego vinieron por los judíos, y no dije nada porque no era judío. Luego vinieron por mí, y para entonces ya no quedaba nadie que hablara en mi nombre."

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