Desde que escuché el caso de Nerea Pérez de las Heras y la red de cuidados que hicieron sus amigas para cuidarla tras un accidente en el que perdió media pierna, estoy más convencido de que las redes de cuidado son necesarias y revolucionarias en una sociedad cada vez más individualista y competitiva.
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Porque el ser humano es un ser social, cada vez estoy más convencido de que nos necesitamos unos a otros, o por lo menos somos más felices y vivimos mejor cuando nos ayudamos entre nosotros. Porque somos mejores cuando hacemos que nuestra compañera o compañero esté mejor.