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Decidir. Una palabra muy de moda últimamente, pero cada día menos presente en el vocabulario de muchas personas a las que la crisis, además del bienestar, ha arrebatado la posibilidad de tomar las riendas de sus vidas. Creo y defiendo el derecho a decidir sobre todas aquellas cuestiones que puedan afectar nuestras vidas. La primera, en qué ciudad queremos vivir.

Barcelona frente al espejo. Esa podría ser una forma de empezar a tomar decisiones: mirándonos al espejo y reconociéndonos como ciudadanos, calle a calle, barrio a barrio. Por grande e inhóspita que nos parezca nuestra ciudad, por anónimos que nos sintamos en ella, por oscura que sea la piel o extraño que nos parezca el acento de algunos de nuestros vecinos tengamos claro que todos somos parte de esta gran comunidad que es Barcelona. Una comunidad que ha destacado por transformadora, abierta y progresista y que ha sido capaz de ir construyendo un espacio donde todos somos igual de relevantes. Y porque todos somos ciudadanos de Barcelona todos y cada uno de nosotros merecemos bienestar y progreso y Barcelona nos necesita para hacerlo posible.

Mirar sin avergonzarnos

Cuando de nuevo podamos cruzar las miradas abiertamente, sin querer esquivar la de de quienes viven desigualdades e injusticias, sabremos que nuestra decisión sobre qué Barcelona queremos habrá valido la pena. Hasta que todos nosotros no dispongamos de oportunidades para vivir con la dignidad y bienestar que Barcelona es capaz de generar no podremos volver a hablar de progreso y transformación. 

Hablo de igualdad de condiciones en el aula, de familias que vivan sin angustia, de jóvenes confiados en su futuro, de envejecer y afrontar la vida desde una discapacidad sin temor a la soledad. Hablo de una ciudad que apuesta por una vida sana y saludable. Y donde todos tenemos, además de voto, voz. Alta y clara. Que exprese nuestras demandas y nuestras propuestas para vivir mejor y que sean tenidas en cuenta cuando se tomen decisiones.

Por muchos Mobile Congress que organicemos, por muchos cruceros que atraquen en nuestro puerto, por muy smart que sea nuestra city, sin justicia social no seremos una ciudad desarrollada.

Decidir por el progreso

Decidamos cómo incrementamos el número de guarderías públicas y dejemos de esconder la cabeza bajo tierra ante las dificultades para adquirir libros o pagar el comedor del colegio de nuestros hijos. Hay miles de familias en nuestra ciudad que se ven obligadas a afrontar estos problemas día a día. Silenciarlos no los hacen desparecer. Necesitamos valentía para ponerlos sobre la agenda política y resolverlos.

Decidamos cómo podemos ayudar a nuestros jóvenes a vivir una vida independiente con dignidad sin tener que marcharse de nuestra ciudad. Cómo les garantizamos el acceso a una oferta cultural que active sus ganas de conocer y experimentar la creatividad, esta creatividad que Barcelona va perdiendo a un ritmo preocupante. Decidamos cómo resolver la difícil situación de los que han pasado la barrera de los 50 y que son un gran activo de experiencia para reactivar el marco laboral de nuestra ciudad.

Estas son mis prioridades, las de muchos ciudadanos que, si no actuamos pronto, se rendirán a la desesperanza en una Barcelona que puede y debe hacer mucho por su presente y futuro. Ahora más que nunca: decidamos y actuemos. Actuemos sobre la ciudad real, la de los barrios de la ciudad.

Actuar para cambiar

Afortunadamente, creo que tenemos motivos para querer, decidir y conseguir la Barcelona que nos merecemos y que nuestros hijos se merecen. Durante mis siete años de trabajo para la ciudad como regidora del Ayuntamiento me he encontrado con personas que permiten mantener viva la esperanza, personas excepcionales—todos los barrios y sectores tienen muchas—que cada día actúan para mejorar su entorno y ayudar a quienes peor lo están pasando.

La actitud valiente e infatigable de estas personas anónimas ha sido uno de los principales motivos que me han llevado a dar este paso de presentarme a las primarias abiertas del PSC. Todas ellas me hacen pensar que juntos podemos cambiar la situación actual. No todos tenemos el tiempo y la energía para emprender grandes acciones, pero juntos, uno a uno, somos muy fuertes y podemos forjar nuestro futuro y el que queremos para nuestros hijos.

Entiendo el hastío de los ciudadanos hacia los políticos. Y entiendo que este hastío ha derivado hacia un desdén y desinterés por todo lo que representan los partidos políticos. Pero, ¿no es ahora cuando más deberíamos implicarnos todos en política? ¿Cómo vamos a cambiar las cosas si prescindimos del principal instrumento que tenemos para ello?

Día clave

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El día 29 de marzo, Barcelona decide. Y el PSC también. No será una decisión más entre las muchas que tomamos cada día. Es una decisión que marcará una nueva forma de hacer la política, dando voz y voto a los ciudadanos sobre quien les parece más idóneo para encabezar una lista electoral. El día 29 es un día para atreverse. Para atreverse a decidir con motivos más que con prejuicios, con el corazón más que con la táctica. Es un día para dejarse llevar por los valores que han impulsado una ciudad que ha trabajado duro por el progreso y bienestar de cada uno y todos nosotros. Bienestar y progreso a los que no debemos renunciar.

Mi manera de entender la política es de abajo arriba. De políticos profesionales en su trabajo y no de profesionales de la política. De hacer honor al encargo ciudadano y no de ostentar el cargo. Y mi proyecto de ciudad es hacer de Barcelona capital del bienestar, desde un PSC que sepa dar el giro a la izquierda. Barcelona te necesita. Nos necesita. ¡Ho farem!