Anne Roig, intimidad, caos y muchas fotos
Anne Roig, 26 años, Diseño Gráfico en la Escuela Pau Gargallo y Máster de Fotografía en ELISAVA
A Anne Roig la habréis visto. Aunque no hayáis hablado directamente con ella. Son muchas las imágenes que ella capta través de sus ojos (y cámara) y que, luego, pasan a formar parte del escenario por el que nos movemos. La ciudad, algunas publicaciones independientes como Vice o Metal, Internet –ese lugar–, la moda (American Apparel, Dior Beauty) o videoclips (David Bisbal) esconden, a veces, fotos que llevan su firma. Sin ir más lejos, estos días, sus fotografías cuelgan de algunas de las banderolas encargadas por el Ajuntament de Barcelona para desearnos felices fiestas. 'Barcelona Inspira', reza el eslogan. Y ahí encontráis un poco de ella, sobreviviendo a las prisas de los transeúntes, al viento que azota esos cárteles de gran envergadura, al frío y a la lluvia y también al ruido del tráfico. Quizás muchos reparen en la campaña, pero sólo unos pocos se pregunten quién hizo las fotos.
Nos citamos una mañana con Anne, terminado en e y no en a, en uno de esos sacrificios ortográficos que hay que hacer para posicionarse bien en Google. Ahora ya todo el mundo la conoce así. Quedamos en un bar del Poblenou, lugar muy familiar para ella, por ser en estos momentos un hervidero cultural que alberga multitud de estudios y productoras. Cada día, viene hasta Barcelona desde Badalona equipada con un bolso grande donde religiosamente guarda sus dos cámaras: la Contaxt G2 y una Olympus Mj II. Es incapaz de salir sin ellas. “Siempre he sido así, desde pequeña yo hacía las fotos en las excursiones y a mis amigas”. Ella, en cambio, prefiere mantenerse siempre detrás del objetivo y no delante. Mientras hacemos la entrevista se nota que no está acostumbrada a ser ella la fotografiada, se revuelve en la silla y agacha la mirada tímida al suelo.
Anne empezó estudiando Diseño Gráfico aunque ahora le costaría ponerse con Illustrator u otros programas de diseño. Tampoco lo descarta en un futuro. De momento, con las fotos le va bien. Al acabar la carrera, estudió un Máster en Fotografía en ELISAVA y lo pasó mal: mal por encontrarse a ella misma, por definir su estilo, es perfeccionista hasta obsesionarse. Le gustaba fotografiar pero sabía, sabe, que aún le queda mucho por aprender. El máster también le sirvió para confirmar que quería dedicarse a ello y que haría todo lo posible. Cada vez que suena la palabra fotógrafa se ruboriza un poco, dice que le queda grande, que por ahora no es nada de eso. Sigue con fascinación lo que se hace aquí y allá –”para aprender también hay que mirar”– y, por eso, admira la obra de artistas como Ryan McGinley, William Eggleston, Man Ray o Guy Bourdin, entre otros. “Son todo hombres”, le digo. Y rápidamente ella replica: “Nan Goldin, fotógrafa americana, me encanta”. Anne trabaja en análogico, se siente cómoda así y le gustan los resultados. La primera cámara que tuvo aún la recuerda, la vieja Pentax de su padre: “me la entregó casi como un tesoro y eso que tampoco era una gran cámara en su época”. Desde entonces, no puede evitar comprarse cámaras, nuevos modelos, accesorios, tipos de carretes. Tirar en analógico es un vicio caro, pero también es su mayor debilidad.
La fotografía de Anne es íntima, frágil, espontánea. Respira juventud. Le gusta retratar lo humano y lo cotidiano y eso se ve, sobre todo, en sus trabajos personales. ¿Un proyecto inacabado? Mujeres mirándose al espejo, una serie de retratos que tiene pendiente terminar, pero para la que necesita tiempo. “Es un trabajo muy personal, necesito verlo en la distancia y dejarlo madurar”. Mientras, son la publicidad y las editoriales de moda las que pagan las facturas. Pero ha sido en cuestión de un año cuando se ha dado a conocer más y ha empezado a tener trabajos más importantes, por ejemplo, como cámara fija para el videoclip de David Bisbal (dirigido por Dani De La Orden). Cuenta que en el rodaje David Bisbal se le acercó y le dijo que le gustaba su cámara. “No ha sido fácil: tuve que trabajar casi un año gratis para que me empezaran a conocer”, admite. También hay tres obras suyas en la colección permanente de la Fundación Vilacasas: dos, que le compraron al terminar la exposición colectiva junto con sus compañeros de máster en 2013; y, la otra, este año, en el que fue seleccionada en un concurso para exponer con diferentes fotógrafos. Además, últimamente se está animando a explorar en lo audiovisual con su colaboración con la productora Garage Films. Pero lo suyo, dice, “es y será la fotografía”. Hace fotos constantemente, lo observa todo, se fija en los pequeños detalles y ahora también le ha perdido el miedo y un poco el respeto a Instagram. Cuelga fotos de su día a día, de sesiones de trabajo, de conciertos a los que va, pero sin 'hashtags' ni etiquetas, “quien me quiera seguir, que me siga”. Reconoce que antes se obsesionaba más por las cifras, por el número de 'likes'. Ahora ya se lo toma de otra manera. “Me tomo Instagram como una forma de mostrar lo que hago, pero también de seguir a personas interesantes, que me gusta lo que hacen, aunque no sean fotógrafos”.
Anne está contenta y se le nota. Últimamente la llaman para muchos proyectos. Nos ha costado casi un mes y dos cancelaciones hacer un hueco en su agenda para poder conocerla. Se disculpa y se maldice: “es lo que peor llevo de todo esto, las temporadas en las que hay mucho trabajo desaparezco… soy la típica que siempre tiene que cancelar el plan a última hora”. Le gustaría ir más al cine, eso también, o a la Filmoteca. Le gusta Truffaut, Buñuel, Hitchcock o Wes Anderson. Pero ahora a penas tienen tiempo de nada. Dice que su vida es un “caos desorganizado”, pero que no se lo podría estar pasando mejor. Luego, guarda con cuidado sus dos cámaras en el bolso y sale de la cafetería. Para ella, esto sólo ha sido el principio del día. Probablemente hoy también llegue tarde a casa.
Post publicado en el blog Sobresalientes